Hay un dicho, muy sabio, que dice que quien tiene un amigo,
tiene un tesoro. Si encima son dos, tienen (por desgracia, tenían) una tienda
de discos y con aún más pasión que tú se dedican a compartir las novedades que
iban apareciendo por su pequeño gran mundo, pues ya os podéis imaginar que la
palabra tesoro se queda corta para definirlo.
Hará poco más de tres años que esos amigos me hablaron por primera vez
de una banda sueca, por supuesto enormemente desconocida en estos lares. Unos
tal HELLSINGLAND UNDERGROUND, que acababan de sacar un trabajo,
“Madness & Grace”, y que como gran admirador del rock de amplias raíces
americanas, estaban seguros que sabría disfrutar. Pocas escuchas fueron
necesarias para que estos nórdicos me ganaran irremediablemente: me encontré con
una fantástica colección de canciones, con unas melodías adictivas, que hacían
que, literalmente, mi sangre ardiera de entusiasmo, alegría, buen humor… Era
algo grande lo que ahí se percibía. Temazos como “Shuffle day to day”, “Forever damned”, “Poor boy”, "Full back moon" o ese
pedazo instrumental que nos trae irremediablemente a THE ALLMAN BROTHERS BAND a
la cabeza titulado “Diabolic greetings from the woods”… Confieso que
pensé que esta gente había sido, por una vez en su vida, tocada por la
genialidad y que, como con tantas otras bandas había ocurrido, acabarían diluidos y sepultados por el
lamentable panorama musical reinante.
Es fácil imaginar mi sorpresa cuando esos amigos me dicen
que ese “Madness & Grace” es, en realidad, su segundo disco. Que tienen un
primero, titulado con el mismo nombre de la banda, y que es aún mejor… Pensé “Rosa, tía, deja los porros, que te
están haciendo daño”... pero Andrés no fuma ni bebe. ¡Joder, debe ser verdad!. Y me
consiguieron, claro, ese primer disco. Una vez más, acertaron plenamente.
“Northern country boy”, “Hard falls”, “Child of another time”, otra
instrumental apabullante como “Ljusnam Riverside jam”… auténticas joyas por
las que el 95% de las bandas de hoy día asesinaría por haber compuesto. Y me
diréis “tío, no te columpies, si son tan buenos, ¿por qué no los conoce ni su
madre?”. Bueno, los que estáis en el mundo de la música, sabéis cómo funciona, creo sabéis la respuesta. Los
que no, simplemente, molestaros en escucharlos con un poco de atención y creo
que, por lo menos un poquito, me daréis la razón. Sí, quizás me desborde la
pasión, pero al fin y al cabo, en eso
consiste esto de amar la música, ¿no?
Pasaron más de dos años y mi reproductor no hacía más que
quemar y quemar estos CD’s y con la curiosa sensación de, sí, desear que sacaran
otro disco cuanto antes, pero que tampoco pasaba nada si se lo tomaban con
calma, que con estos dos me sentía colmado de felicidad y satisfacción. Nunca
me cansaba ni me agotaba de escuchar una y otra vez esas canciones. Supongo que
quizás podía tener algo de miedo porque es difícil imaginar que pudieran cuando
menos igualar o siquiera acercarse al nivel de lo hasta entonces editado. Por fin, creo que fue el
15 de enero de 2013, sale a la calle su tercer trabajo, “Evil will prevail”.
Pasó tiempo hasta que lo escuché. Con determinadas bandas, me niego a escuchar
un disco hasta que no tengo el original en mis manos. Pero las referencias eran
buenas, inmejorables. Hablaban de una nueva y magnífica colección de canciones,
pero también de que esa alegría y optimismo inicial había quedado en un segundo
plano (el título del álbum creo que algo indica sobre esa tendencia). Y sí, quizás es verdad, sus letras son más oscuras, pero la pasión (y
pasión es vida) sigue ahí, así que es inevitable que la sonrisa siga
apareciendo en mi cara cada vez que lo escucho. En este “Evil will prevail”,
las influencias del mejor rock de raíces americanas sobrevuelan cada una de las
canciones: es inevitable que me vengan a la cabeza ver ahí a JAYHAWKS (“I just
don’t believe in love”), a CRACKER (“Singing while the world dies”), a RYAN
ADAMS (“King of nothing”), a los U2 del “Rattle & Hum” o “The Joshua Tree”
(“You shine the dark away”)… Y no sé qué pensaréis algunos, pero ¿no está el
espíritu de THIN LIZZY en “The lost river band”? Y esas guitarras dobladas en,
por ejemplo, la magnífica y monumental “They all grew old while i grew Young”, ¿no
nos recuerdan a algunas de esas queridísimas bandas de aquella lejana e irrepetible NWOHMB?
A partir del 12 de septiembre en Bilbao (sala Azkena), el 13 en Madrid
(La Boite), 14 en Gijón (Sala Acapulco), 15 en Cangas del Morrazo (Sala Son),
17 en Cádiz (Supersonic), 18 en Estepona (Louie Luie), 19 en Valencia (Loco Club),
20 en Barcelona (Rocksound) y 21 en Zaragoza (La Ley Seca), Charlie Granberg
(voces y armónica), Mats Olsson (guitarra y coros), Peter Henriksson (guitarra
y coros), Martin Karlsson (bajo), Henning Winberg (piano y órgano) y Patrik
Jansson (batería y percusión) vendrán a demostrarnos que la buena música no
tiene fronteras. Y quizás, quién sabe, sea la última oportunidad de verlos en familia. Todo un privilegio para quien escribe.
Si hemos conseguido despertar vuestra curiosidad, recordad: el sábado, 14 de septiembre, en la sala Acapulco (Casino de Asturias) de Gijón. Ya están las entradas a la venta en los lugares habituales: Librería Paradiso y el Casino de Asturias en Gijón, y El Último Mono en Oviedo, al precio de 12 euros en venta anticipada y 15 en taquilla el día del concierto.